domingo, 28 de febrero de 2010

Terremoto en Chile




La madrugada del 27 de febrero del 2010 será inolvidable para casi todos los chilenos. Pasadas las 3:30 de la mañana despertamos sacudidos por un terremoto que nos sacudió los cimientos más profundos de nuestras casas y de nuestra seguridad.

Hoy siento angustia. Hoy mis padres están cerca del epicentro, una de las ciudades devastadas. Sé que están intactos, pero no tienen agua y no sé si tienen comida. La angustia me embarga y lo peor es la impotencia de saber que no puedo hacer mucho. Un amigo me dijo que su abuelo le pidió no viajar, porque "una persona más es un problema más". Es terrible, pero lo que quisiera hacer es sacar a mi familia de ahí, traerla a mi casa y apoyar con lo que sea necesario.

Soy afortunada. Mi barrio es como un mundo paralelo, donde si no fuera por el caos en los supermercados y en las estaciones de servicio no tendría manera de saber que hay algún indicio de lo vivido hace tan poco tiempo. Y mi agradecimiento se mezcla con la impotencia de saber que los míos y que tantos otros no tienen mi suerte, y que están viviendo horas de infierno y desesperación.

La incertidumbre de lo que va a pasar es increíble. "Chile tiene que volver a trabajar mañana". Y son capaces de asegurarme que no me quedaré sin bencina en caso de urgencia? Odio tener que pensar en trabajar cuando no sé aún si las personas que más quiero están bien. Pero para hacer frente a toda esta contingencia y a la incertidumbre de lo que viene, tengo que hacerlo, si no se trabaja no se come... Sueño con traer a mi familia a Santiago, pero así... Tal vez pueda llegar, pero no hay bencina allá para devolverme! La razón y el corazón se encuentran y chocan, espero que todo salga de la mejor manera posible, esto es desesperante. Que Dios se apiade de todos los que viven (y a la distancia vivimos) esta tragedia.

sábado, 13 de febrero de 2010

Annabel Lee



Un poema que me sorprendió por su belleza, de un amor que creo que hoy en día casi no vemos...

Annabel Lee


It was many and many a year ago,
In a kingdom by the sea,
That a maiden there lived whom you may know
By the name of ANNABEL LEE;
And this maiden she lived with no other thought
Than to love and be loved by me.

I was a child and she was a child,
In this kingdom by the sea;
But we loved with a love that was more than love-
I and my Annabel Lee;
With a love that the winged seraphs of heaven
Coveted her and me.

And this was the reason that, long ago,
In this kingdom by the sea,
A wind blew out of a cloud, chilling
My beautiful Annabel Lee;
So that her highborn kinsman came
And bore her away from me,
To shut her up in a sepulchre
In this kingdom by the sea.

The angels, not half so happy in heaven,
Went envying her and me-
Yes!- that was the reason (as all men know,
In this kingdom by the sea)
That the wind came out of the cloud by night,
Chilling and killing my Annabel Lee.

But our love it was stronger by far than the love
Of those who were older than we-
Of many far wiser than we-
And neither the angels in heaven above,
Nor the demons down under the sea,
Can ever dissever my soul from the soul
Of the beautiful Annabel Lee.

For the moon never beams without bringing me dreams
Of the beautiful Annabel Lee;
And the stars never rise but I feel the bright eyes
Of the beautiful Annabel Lee;
And so, all the night-tide, I lie down by the side
Of my darling- my darling- my life and my bride,
In the sepulchre there by the sea,
In her tomb by the sounding sea.

Edgar Allan Poe