martes, 29 de junio de 2010

Tras las muertes...


Para una gran amiga, ojalá pudiera aliviar tu dolor...



I


En esta situación

se muestra la fragilidad de la existencia.

Y en nuestro existencialismo oculto

pensamos en "lo que vale",

se nos olvida al atravesar la puerta del salón.

Mientras otros

viven el dolor de la pérdida

intentamos ser miel entre las lágrimas

y caemos de rodillas ante el intento vano.

Porque hay cosas que no tienen consuelo,

dolores que no tienen medida,

sentimientos que no se expresan.

Somos

un pobre escudo del dolor agujereado,

una frágil polilla de recuerdos.

"No somos nada" dirá nuestro mentado existencialismo

para acallar nuestras conciencias culpables.




II


¿No te cansa?

Observarnos a todos,

contar una y mil veces

cómo ocurrió tu dolor.

Tolerar nuestras preguntas,

olvidar tu cansancio,

revivir los momentos...

¿No te cansa?

¿Somos acaso tu estorbo,

tu agonía,

tu aflicción?


III


Las luces seapagaron de a poco.

El silencio finalmente inundó el alma,

y estamos hoy observando tu descanso,

observando a los que te quisieron,

contemplando un dolor compartido,

intentando ser consuelo en la noche.

Y no sirvo, no sirvo para aplacar tu dolor,

sino para callarme y esperar tu grito,

para ser tu hombro si caes,

para un comentario mordaz

que te regale una sonrisa leve,

para compartir tus recuerdos

y desterrar los olvidos.

Pues casi todo eso lo haces tú

y ya no sé

si te doy más trabajo que la ausencia...

lunes, 28 de junio de 2010

Rescatados


Aquí van un par de rescatados medio viejitos, pero encontrados en el baúl de los recuerdos...


Las Siniestras

Aún no lo creo.

La ocurrencia en paralelo de las siniestras.

Oscuras trabajando,

las conjunciones del destino

hasta clavarse impunes

contra el cemento

de nuestras almas.

Las siniestras se callan

y en la ráfaga cómplice

del ladrón

se roban de a poco

el colectivo de sueños.



Trozos

Te echaste los trozos de mi alma al bolsillo,

uno a uno los recogiste.

En tu perpetuo pañuelo reunidos

los despojos del sentido sin razón,

ahora nublan un pantalón de lavadora

hurgan en la lavaza del desdén.

Los pedazos que se perdieron de tu vista

son lo que queda de mi ajuar,

a ver si a la próxima escarmiento,

si una vez más entrego una lágrima.