miércoles, 8 de julio de 2015

La disociación, la escisión


Entre las cosas que me toca ver y escuchar todos los días, este es uno de los mecanismos mentales de alguna manera fascinantes y a la vez destructores de uno mismo.
Es un fenómeno en el cual, por decirlo de alguna manera, la mente y las emociones se dividen. Y empezamos a funcionar con una parte de ellas que toleramos, escondiendo a nuestra conciencia la otra, porque esa otra nos causa tanto dolor que nos es imposible de tolerar. Y la inmensa mayoría de las veces ese algo se esconde en la punta de nuestra nariz, y obviamente en nuestro interior.
El cuento es que a veces, esta defensa es normal, funcional por un rato. El problema ocurre cuando se vuelve una forma de funcionamiento permanente, en que el conflicto permanece y no nos atrevemos a enfrentarlo. Y de tanto evitar, nos puede quebrar la vida. Nos puede tener siglos caminando por un mundo paralelo y con un desasosiego inmenso, porque aunque no queramos ver qué es lo que es, ese algo que se esconde grita, grita fuerte. Grita sumergido en esos dolores hondos.
Pacientita mía, espero que en ese camino que hoy caminas aparezca pronto tu luz.