No te aflijas, la belleza volverá a regocijarte con su gracia;
la celda de la tristeza se convertirá un día en un jardín cercado lleno de rosas.
No te aflijas, corazón doliente, tu mal en bien se trocará;
no te detengas en lo que te perturba, ese espíritu transtornado conocerá de nuevo la paz.
No te aflijas, una vez más la vida reinará en el jardín en que suspiras y verás muy pronto, oh chantre de la noche, una cortina de rosas sobre tu frente.
No te aflijas si no comprendes el misterio de la vida, ¡tanta alegría se oculta tras el velo!...
No te aflijas si, por algunos instantes las esferas estrelladas no giran según tus deseos, pues la rueda del tiempo no siempre da vueltas siempre en el mismo sentido.
No te aflijas si, por amor del santuario, penetras en el desierto, y las espinas te hieren.
No te aflijas, alma mía, si el torrente de los días convierte en ruinas tu morada mortal, pues tienes el Amor para salvarte de este diluvio.
No te aflijas si el viaje es amargo y la meta invisible: no hay camino que no conduzca a una meta. No te aflijas, Hafiz, en el rincón humilde en el que te crees pobre y en el abandono de las noches oscuras, te quedan aún tu canción y tu amor.
Hafiz de Shiraz