miércoles, 8 de julio de 2015

La disociación, la escisión


Entre las cosas que me toca ver y escuchar todos los días, este es uno de los mecanismos mentales de alguna manera fascinantes y a la vez destructores de uno mismo.
Es un fenómeno en el cual, por decirlo de alguna manera, la mente y las emociones se dividen. Y empezamos a funcionar con una parte de ellas que toleramos, escondiendo a nuestra conciencia la otra, porque esa otra nos causa tanto dolor que nos es imposible de tolerar. Y la inmensa mayoría de las veces ese algo se esconde en la punta de nuestra nariz, y obviamente en nuestro interior.
El cuento es que a veces, esta defensa es normal, funcional por un rato. El problema ocurre cuando se vuelve una forma de funcionamiento permanente, en que el conflicto permanece y no nos atrevemos a enfrentarlo. Y de tanto evitar, nos puede quebrar la vida. Nos puede tener siglos caminando por un mundo paralelo y con un desasosiego inmenso, porque aunque no queramos ver qué es lo que es, ese algo que se esconde grita, grita fuerte. Grita sumergido en esos dolores hondos.
Pacientita mía, espero que en ese camino que hoy caminas aparezca pronto tu luz.

domingo, 28 de junio de 2015

A veces

A veces
entre los pequeños trozos de mí
el pegamento invisible
del destino
trabaja en silencio.

A veces, 
y sólo a veces,
se lo permito.
Porque el sonido eterno de mi eco
se vuelve ruido de tormenta,
se apropia del espacio
y me condena.

Suicidio en defensa propia


Esta situación es muy extraña. No hablo del suicidio como acto de quitarse la vida en sí mismo, sino como una forma irónica (ojo que no la inventé yo) de llamar la atención sobre un fenómeno que es muy llamativo. Consiste en que dejamos ir algo que nos gusta mucho, que amamos, que nos apasiona (puede ser un algo, un alguien, un proyecto) por la posibilidad de que no resulte. Sólo por la posibilidad. Por protegernos a nosotros mismos.
Y eso hace reflexionar en qué medida el miedo nos impide ser felices, al punto de renunciar a algo "por si...". Como si fuéramos incapaces de creer esa propia felicidad. De resistirla, incluso, si ya estamos muy acostumbrados a otros golpes y pensamos que no podremos manejar eso, no sabemos, la vida ha sido siempre distinta. De nuestra inflexibilidad y nuestra poca tolerancia al cambio, incluso aunque el cambio sea bueno. Del profundo dolor infligido previamente que genera una incredulidad a toda prueba.
Incluso puede minar cualquier intento de siquiera intentar algo, ni siquiera dar la oportunidad a empezarlo. Y condenarnos a vivir una vida vacía y plana.
La montaña rusa es un poco más entretenida. No está exenta de riesgos, por supuesto. Siempre traerá esa posibilidad del "y si...". Pero la cuestión es: ¿hasta dónde preferimos una vida plana por miedo a lo que podría llegar a ser? ¿no es eso también una muerte en vida?

domingo, 14 de junio de 2015

Vulnerabilidad

La definición de vulnerabilidad según la RAE remite a la cualidad de vulnerable, que significa "Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente."
La vulnerabilidad se puede expresar de varias formas, tanto voluntarias como involuntarias. Hay personas que traen ciertas vulnerabilidades físicas, sociales, psicológicas. Pero no es esa vulnerabilidad de la que quiero hablar.
La vulnerabilidad que quiero exponer hoy es la vulnerabilidad a la que uno mismo se expone, de alguna manera se somete. Cuando te abres y entregas material que puede hacerte vulnerable. Cuando la confianza es la que está en juego, y decides saltar no más. Saltar y ver dónde caes.
Es una sensación de dulce y de agraz, dependiendo del contexto. Aunque estoy hablando, como les dije, de esa que se asume voluntariamente, cuando decides mostrar cosas que pueden jugarte en contra, que te pueden hacer daño, que muestran que eres un ser humano frágil y con debilidades y fragilidades como todo el mundo.
Tal vez es precisamente eso lo angustiante. Cuando te has dedicado a crear una fortaleza infranqueable alrededor de ti, cuando la vida te ha mostrado en maneras crueles que ser vulnerable es peligroso para tu integridad emocional y física incluso, ¿cómo se abre la puerta? ¿cómo se deja de sentir esa incontrolable sensación de (lo que la gente coloquialmente denomina) vértigo?

jueves, 11 de junio de 2015

Sin elementos de ocio


Una de las cosas que me llama profundamente la atención en las entrevistas con mis pacientes es que muchos de ellos no tienen una actividad de ocio. Cualquiera que esta sea. Por simple que sea, léase tejer (absolutamente portátil y en la feria venden lana por 2 chauchas, he comprado palillos de bambú maravillosos a luca! (mil pesos chilenos, menos de 2 dólares, para los extranjeros). Leer algún libro, cuidar algunas plantas, pintar mandalas (que los podemos crear o imprimir de alguna parte más una cajita de lápices de colores que puede costar 1 dólar), lo que sea. Realmente lo que sea. Pero les pregunto y me miran perplejos: "No, yo trabajo no más, pero a mí me gusta mi pega". Pregunto nuevamente si hacen algo que no sea por obligación. (La mayoría mujeres, responden:) "Llego a hacer las cosas de mi casa, el aseo, dejar lista la comida...". Chuta. Da para pensar en las condiciones de vida que estamos promoviendo, en cómo estimulamos a nuestra gente, en cómo les entregamos opciones para hacer en su vida algo que sea placentero. Algo que se parezca más a vivir, y no sólo trabajar para subsistir. Se nos olvida que las cosas que nos gusta hacer también nos confieren identidad, nos hacen únicos, nos hacen potenciar esas habilidades especiales que todos tenemos.
Además, el término ocio es mal mirado. Desde nuestra profunda convicción de que la "productividad" es buena, se nos olvida que el ser humano no es sólo una máquina de hacer dinero o productos, sino que es un ser compuesto de muchas otras cosas, y que para tener una vida plena necesita espacio para ser. Nos alienamos en este contexto, nos convertimos en una pieza más de la cadena productiva (ojo, no sólo trabajar, también estudiar, que se convierte también a la larga en una herramienta para la cadena productiva, a no ser que estudiemos algo que nos genere placer sólo por el gusto de aprender, cito mis cursos locos de filosofía china o de tarot y poesía, por ejemplo).
No me confundo con esto. Amo mi trabajo, lo disfruto a concho, cada minuto de él. Pero también disfruto de mi vida, y no estoy dispuesta a transar lo que soy por lo que supuestamente "debo ser". Daré mi mejor esfuerzo, pero dentro de un marco de ciertos límites. El "seguir siendo" no tiene precio, frente a lo que supuestamente en nuestra sociedad, "debiéramos ser".

miércoles, 10 de junio de 2015

Obligada a detenerse


Hay veces en que uno desoye a su cuerpo y a sus emociones. Veces en que no te detienes a pensar o a sentir lo que está pasando porque la vorágine te come.
Entonces, viene el cuerpo y se descarga. Te enfermas de algo que puede ser trivial y te obliga a parar. 2 o 3 días de stop obligado (en que tu cuerpo se queja de lo lindo, no puedes hacer nada porque te duele todo o te sientes mal) y no te queda otra que decantar todo.
En eso estoy en estos 3 días de reposo obligado con una gripe del terror. Tratando de decantar lo que en estas últimas semanas he vivido, 3 semanas intensas tanto académica como emocionalmente, y en que ya era hora de decir basta. A la mala.

martes, 9 de junio de 2015

¿Enseñando violencia?


El otro día me bajé del ascensor en el subterráneo de mi edificio. Me sorprendí bastante al ver una luz blanca puntiforme, y cuando me di vuelta a ver de dónde provenía, me encontré con un padre y su hijo, que no tendría más de 4 años. Ambos venían con pistolas de juguete en la mano, y el padre mostró a su hijo el gesto de dispararme, y lo instó a que lo hiciera él también. Sonreían felices ambos. Quedé petrificada y fui incapaz de decir palabra. Me dirigí a mi auto y recién ahí pude pensar con claridad. En último término, podría entenderlo hasta en un juego de video, en que los seres que matas son virtuales, y en un gran porcentaje no se ven nítidamente humanos. Pero enseñarle a tu hijo a emboscar a una persona real, dispararle y enseñarle que es divertido, me pareció al menos preocupante. ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos? ¿Qué queremos ensemar a la generación que viene? ¿O le estoy poniendo mucho? ¿Qué opinan?

lunes, 8 de junio de 2015

Formas de amar


Varias veces a lo largo de distintos relatos de distintas parejas me he encontrado con que cada uno de los miembros de esta pareja tiene ciertas quejas o reparos que hacer del otro. Bueno, nadie es perfecto. Pero en ciertas ocasiones me he topado con algo que es bastante llamativo: a veces cada uno ama profundamente al otro, pero lo que sucede es que tienen distintas formas de amar. Es decir, demuestran su amor al otro de maneras que el otro no interpreta como un gesto de amor.
Estos desencuentros radican en 3 cosas: la forma en que aprendimos a amar según lo que vimos en nuestras casas o la idea que tenemos del amor, las expectativas que tenemos del otro y la falta de comunicación efectiva, la dificultad de preguntar por un lado y explicitar por el otro tanto nuestras intenciones al hacer un gesto como la de decirle al otro que amamos nuestra necesidad, y cómo creemos que esta necesidad puede ser satisfecha. 
Entonces, en este escenario, ocurren ciertas situaciones que sin intención alguna desde los miembros de la pareja produce desencuentros y malos entendidos. Un dolor que cada uno no comprende de dónde viene, no lo desea y menos quiso provocarlo.
La clave cuando estas situaciones ocurren creo que está en trascender  ese dolor y directamente preguntar al otro qué es lo que ocurre, o preguntarse a uno mismo qué me está pasando con esto, qué estoy interpretando de este gesto. Las respuestas de ambos lados pueden ser sorprendentes.
Y bueno, por otro lado se puede tener un poco de suerte, o buscar activamente alguien que ame de la forma que uno necesita o quiere. Una de las sensaciones más plenas que puede existir. Es una fortuna infinita, pero lo bueno es saber que puede construirse. Hay que tener cuidado eso sí con ser transparente en la propia forma de amar, por un lado, y de no idealizar a la pareja, por el otro. Larga tarea, pero sin duda una tarea maravillosa.

miércoles, 3 de junio de 2015

Vida en stand by


No es la primera vez que escribo de esto. Sin embargo, esta es la vez tras uno de los sueños más importantes que tengo desde el punto de vista académico y laboral: terminar mi especialidad.
La vida en stand by. Esperando que este periodo que tantas satisfacciones me entrega en lo laboral termine pronto, para dar espacio a mi vida real, al resto de ella (pues no es en absoluto la única vida que llevo).
A veces pasa que no hay tiempo para hacer todo lo que yo quisiera. Para tomar otras actividades que me interesan, que forman parte de las múltiples cosas que me hacen más ser humano. Menos tiempo para escrinir, para aprender, para hacer vida social. O por último, para sentarme a ver televisión y no pensar. Para procesar las cosas que me pasan. Para parar.
Hago lo que humanamente puedo, dentro del poco tiempo que me queda para vivir. Siento que sencillamente tengo que priorizar, que queda la vida por delante para seguir aprendiendo los detalles que por ahora se me escapan. Porque aunque no lo crean, en mi campo siempre se aprende más una vez que uno se las bate sola, afuera de este capullo clínico protegido.
Gracias a la vida tengo a la gente que me rodea que comprende mi situación y flexibiliza para seguir viéndome. Pero sin duda que la palabra para mí ahora es priorizar. Y priorizar sin culpa. Alguna vez te has sentido así?

jueves, 21 de mayo de 2015

Karadima y los abusos

El otro día fui a ver El Bosque de Karadima. Si bien el tema del abuso sexual es un tema que me da rabia y asco, fui a verla.
Mientras la veía (y era con imágenes bastante perturbadoras, debo decir) pensaba en el cinismo nacional. Siempre el abuso será deplorable, uno de los lugares donde más bajo cae un ser humano. Y que en la Iglesia lo hace aún peor por lo que representa como institución. Sin embargo, cortémosla con rasgar vestiduras y vayamos a mirar a la más básica y fundamental de las instituciones: la familia. El lugar donde más se dan los abusos, y que tantas veces he escuchado entre las historias que "la familia no hizo nada para no dividirse", pagando tantas veces el costo de una infancia destrozada. Mirémonos a nosotros mismos, que probablemente la cantidad de abusos que se cometen en una Iglesia es un porcentaje ínfimo comparado con los que ocurre en la población general. Vamos a mirar dónde andan nuestros hijos, quién los cuida y qué estamos haciendo para prevenir. Eduquémolos para que puedan evitar situaciones de abuso, y puedan avisar y pedir ayuda si la desgracia les ocurre. Pero dejemos de externalizar el problema: está más cerca de lo que creemos.

martes, 19 de mayo de 2015

The chains which once held us are only the chains which we've made (o la libertad)

Uno de los valores más preciados. La posibilidad de elegir cada día lo que quieres hacer (y por supuesto, de asumir las consecuencias que eso que harás trae). La sensación interna de apertura, de bienestar que viene con ella. La libertad.
Muchas personas hay que por algunas razones tienen su libertad restringida. Lo peor de todo es que la gran mayoría de esas personas no están privadas físicamente de esa libertad, sino que las cadenas se encuentran en su interior. Están presos por dentro.
Gran parte de eso está determinado por el miedo. Vivimos con miedo a que las cosas no resulten, a que nos miren feo, a que pase algo inesperado, a que... (ponga su motivo aquí, hay para todos los gustos). La mayoría de estos temores son absolutamente imaginarios, están basados en una idea que pocas veces tiene un asidero, o a veces un asidero parcial. Por alguna extraña razón, creemos que vemos el futuro, que leemos los pensamientos de las personas o que nuestro potencial es nulo. Algo nos pasa que nos paralizamos.
Otras veces nos engañamos a nosotros mismos. Nos decimos que una razón para hacer las cosas es tal, cuando en realidad los motivos profundos están en otra parte. No nos sinceramos, no miramos a la cara a nuestro temor y sus razones reales, y así no podemos hacerles frente, buscar una solución. Y nos volvemos a encerrar en esa burbuja calientita de la conformidad, de la comodidad, de la costumbre, de lo conocido.
A veces tenemos limitaciones reales. Pero generalmente esas limitaciones reales pocas veces son irreversibles. Requieres mucho trabajo y probablemente intervenciones bien variadas. Y se puede, la gran mayoría de las veces.
En fin. La llave está adentro. No en los otros, no afuera. Adentro. Sólo tienes que buscarla. ¿Cuál es tu cárcel?
Otro post previo sobre el miedo desde otro punto de vista aquí

lunes, 18 de mayo de 2015

Paciencia en la espera

Hay tiempos que pueden parecer sin sentido. Eternos, sin algún motivo obvio. Mientras esperamos, nos preguntamos qué pasa, qué nos pasa que no nos resulta lo que queremos, lo que pedimos, lo que creemos que necesitamos. Cuestionamos la vida, a las personas, a nosotros mismos, a Dios, al universo, a la gran calabaza.
No se nos ocurre que tal vez sencillamente el motivo no está presente en forma obvia en ese momento. A veces sólo hay que esperar. Estás aprendiendo, otros pueden estar aprendiendo, caminos se están preparando, estás construyendo un pedazo de vida que vas a necesitar cuando llegue lo que estás esperando...
Tal vez el secreto está en no detener la vida. En continuar viviendo, soñando, fluyendo. En dejar que todo pase cuando tenga que pasar, y no sólo cuando queremos que pase.
Sé que es fácil decirlo en retrospectiva. Hartos años he esperado por lo que vivo hoy, la esperanza ya se me había acabado y me había resignado a que tal vez ese anhelo no iba a suceder, no iba a ser, porque el destino sencillamente no lo quería así. Ahora mirando hacia atrás comprendo que cada aprendizaje, cada camino, cada paso, cada herida, me enseñó a disfrutar a concho lo que tengo hoy. Doy fe de lo que muchos dicen como una especie de mantra consolador y que parece un absurdo, con una réplica de "sí, claro" dentro de la cabeza de uno, con un dejo de molestia y de sensación de incomprensión. Pero pasa. Pasa, en serio. Aunque tengas que esperar casi una década, esos tiempos son perfectos. Paciencia a todos los que esperan: un lado o el otro tiene que estar listo, y eso toma tiempo. Tiene su recompensa, aunque no lo parezca.

Mi lugar favorito en el mundo

Ha pasado mucho, pero mucho tiempo desde la última vez que escribí una entrada en este blog. Tanto tiempo de abandono de las letras, pero de todas maneras las cosas han seguido pasando, los pensamientos no se van, la esencia sigue ahí, esperando ser plasmada.
Harta agua ha pasado bajo el puente, harto camino he andado. Muchas cosas hay para contar y reflexiones por plasmar. Es un poco tarde (hora de dormir, porque para escribir nunca es tarde), pero acabo de tomar la decisión de volver. Por mientras, puedo decir hoy que, en todos los sentidos posibles, he llegado a mi lugar favorito en el mundo.