Hoy siento angustia. Hoy mis padres están cerca del epicentro, una de las ciudades devastadas. Sé que están intactos, pero no tienen agua y no sé si tienen comida. La angustia me embarga y lo peor es la impotencia de saber que no puedo hacer mucho. Un amigo me dijo que su abuelo le pidió no viajar, porque "una persona más es un problema más". Es terrible, pero lo que quisiera hacer es sacar a mi familia de ahí, traerla a mi casa y apoyar con lo que sea necesario.
Soy afortunada. Mi barrio es como un mundo paralelo, donde si no fuera por el caos en los supermercados y en las estaciones de servicio no tendría manera de saber que hay algún indicio de lo vivido hace tan poco tiempo. Y mi agradecimiento se mezcla con la impotencia de saber que los míos y que tantos otros no tienen mi suerte, y que están viviendo horas de infierno y desesperación.
La incertidumbre de lo que va a pasar es increíble. "Chile tiene que volver a trabajar mañana". Y son capaces de asegurarme que no me quedaré sin bencina en caso de urgencia? Odio tener que pensar en trabajar cuando no sé aún si las personas que más quiero están bien. Pero para hacer frente a toda esta contingencia y a la incertidumbre de lo que viene, tengo que hacerlo, si no se trabaja no se come... Sueño con traer a mi familia a Santiago, pero así... Tal vez pueda llegar, pero no hay bencina allá para devolverme! La razón y el corazón se encuentran y chocan, espero que todo salga de la mejor manera posible, esto es desesperante. Que Dios se apiade de todos los que viven (y a la distancia vivimos) esta tragedia.