Lo que les voy a contar es aplicable a múltiples cosas de la vida, pero en esta oportunidad voy a aplicarlo específicamente a las parejas.
Durante el período de conquista, estamos de alguna manera buscando una forma de satisfacer al otro, algo así como demostrándole al otro que somos lo que "necesita", o lo que lo "complementa" (inconscientemente y/o conscientemente). Ese es el momento en que se siente la "magia" en que "son tal para cual"... Cada cual hace, a su manera, un esfuerzo para ser así para el otro.
Pero sucede, muchas veces en el camino, que una vez que se obtiene la compañía de esa persona, dejamos de cuidarla. La damos por segura. ¿Para qué cuidarla, si lo hagamos o no la persona estará ahí de todos modos? ¿Para qué esforzarnos, si obtenemos lo mismo que obtendríamos sin esfuerzo? Suena cruel, pero lo que pasa es que la ley del universo está en contra del gasto innecesario de energía, no?
Si la ley universal tiemde entonces al ahorro de energía, el cambio debemos hacerlo en otro punto de la historia. Probablemente en dejar de creer que la persona que tenemos a nuestro lado está segura, porque la verdad es que NO LO ESTÁ (sí, con mayúsculas). La persona que está a nuestro lado es libre, y cuando no quiera estar más ahí, no lo estará... Además, cuando uno de los dos no es feliz, ninguno de los dos lo es, a la larga. ¿Cuál es la idea de mantener a alguien que no es feliz a tu lado, y con ello no ser feliz tampoco?
Por lo tanto, el llamado es a cuidar a quien tenemos a nuestro lado, si queremos que así permanezcan las cosas. A hacer feliz a la persona que está con nosotros, haciendo un esfuerzo activo. A no creer que alguien está asegurado, atado, casi, a nosotros, porque no lo está. En una de esas así lograremos más parejas felices... y duraderas.