Hay veces en que quiero llorar.
Veces en que siento que la cantidad de cosas que estoy haciendo me supera.
Otras en que me pregunto si estoy tomando las mejores decisiones, si estoy privilegiando lo que debo privilegiar.
Y, de alguna parte, salen las fuerzas otra vez.
Sigo adelante.
Las cosas salen a flote, con mucho esfuerzo, con poco descanso.
Pero salen.
Ahí es cuando me pregunto si la angustia valió la pena.
Ahí es cuando me pregunto cuándo aprenderé, si de alguna manera todo siempre se logra cuando hay esfuerzo. A veces no de la mejor manera, no como una quisiera, es cierto. Pero todo tiene alguna razón de ser, si no es una razón es otra.
La idea es no perder el sentido, no olvidar.
Dicen que todo se logra cuando se tiene la fe suficiente. Hasta el momento, y gracias a Dios (con el perdón de ateos y agnósticos) así ha sido.
Entonces, ¿cuál es el sentido de tanta preocupación?
Ocuparse, mejor.
Aprende!!!!!