domingo, 28 de junio de 2015

A veces

A veces
entre los pequeños trozos de mí
el pegamento invisible
del destino
trabaja en silencio.

A veces, 
y sólo a veces,
se lo permito.
Porque el sonido eterno de mi eco
se vuelve ruido de tormenta,
se apropia del espacio
y me condena.

Suicidio en defensa propia


Esta situación es muy extraña. No hablo del suicidio como acto de quitarse la vida en sí mismo, sino como una forma irónica (ojo que no la inventé yo) de llamar la atención sobre un fenómeno que es muy llamativo. Consiste en que dejamos ir algo que nos gusta mucho, que amamos, que nos apasiona (puede ser un algo, un alguien, un proyecto) por la posibilidad de que no resulte. Sólo por la posibilidad. Por protegernos a nosotros mismos.
Y eso hace reflexionar en qué medida el miedo nos impide ser felices, al punto de renunciar a algo "por si...". Como si fuéramos incapaces de creer esa propia felicidad. De resistirla, incluso, si ya estamos muy acostumbrados a otros golpes y pensamos que no podremos manejar eso, no sabemos, la vida ha sido siempre distinta. De nuestra inflexibilidad y nuestra poca tolerancia al cambio, incluso aunque el cambio sea bueno. Del profundo dolor infligido previamente que genera una incredulidad a toda prueba.
Incluso puede minar cualquier intento de siquiera intentar algo, ni siquiera dar la oportunidad a empezarlo. Y condenarnos a vivir una vida vacía y plana.
La montaña rusa es un poco más entretenida. No está exenta de riesgos, por supuesto. Siempre traerá esa posibilidad del "y si...". Pero la cuestión es: ¿hasta dónde preferimos una vida plana por miedo a lo que podría llegar a ser? ¿no es eso también una muerte en vida?

domingo, 14 de junio de 2015

Vulnerabilidad

La definición de vulnerabilidad según la RAE remite a la cualidad de vulnerable, que significa "Que puede ser herido o recibir lesión, física o moralmente."
La vulnerabilidad se puede expresar de varias formas, tanto voluntarias como involuntarias. Hay personas que traen ciertas vulnerabilidades físicas, sociales, psicológicas. Pero no es esa vulnerabilidad de la que quiero hablar.
La vulnerabilidad que quiero exponer hoy es la vulnerabilidad a la que uno mismo se expone, de alguna manera se somete. Cuando te abres y entregas material que puede hacerte vulnerable. Cuando la confianza es la que está en juego, y decides saltar no más. Saltar y ver dónde caes.
Es una sensación de dulce y de agraz, dependiendo del contexto. Aunque estoy hablando, como les dije, de esa que se asume voluntariamente, cuando decides mostrar cosas que pueden jugarte en contra, que te pueden hacer daño, que muestran que eres un ser humano frágil y con debilidades y fragilidades como todo el mundo.
Tal vez es precisamente eso lo angustiante. Cuando te has dedicado a crear una fortaleza infranqueable alrededor de ti, cuando la vida te ha mostrado en maneras crueles que ser vulnerable es peligroso para tu integridad emocional y física incluso, ¿cómo se abre la puerta? ¿cómo se deja de sentir esa incontrolable sensación de (lo que la gente coloquialmente denomina) vértigo?

jueves, 11 de junio de 2015

Sin elementos de ocio


Una de las cosas que me llama profundamente la atención en las entrevistas con mis pacientes es que muchos de ellos no tienen una actividad de ocio. Cualquiera que esta sea. Por simple que sea, léase tejer (absolutamente portátil y en la feria venden lana por 2 chauchas, he comprado palillos de bambú maravillosos a luca! (mil pesos chilenos, menos de 2 dólares, para los extranjeros). Leer algún libro, cuidar algunas plantas, pintar mandalas (que los podemos crear o imprimir de alguna parte más una cajita de lápices de colores que puede costar 1 dólar), lo que sea. Realmente lo que sea. Pero les pregunto y me miran perplejos: "No, yo trabajo no más, pero a mí me gusta mi pega". Pregunto nuevamente si hacen algo que no sea por obligación. (La mayoría mujeres, responden:) "Llego a hacer las cosas de mi casa, el aseo, dejar lista la comida...". Chuta. Da para pensar en las condiciones de vida que estamos promoviendo, en cómo estimulamos a nuestra gente, en cómo les entregamos opciones para hacer en su vida algo que sea placentero. Algo que se parezca más a vivir, y no sólo trabajar para subsistir. Se nos olvida que las cosas que nos gusta hacer también nos confieren identidad, nos hacen únicos, nos hacen potenciar esas habilidades especiales que todos tenemos.
Además, el término ocio es mal mirado. Desde nuestra profunda convicción de que la "productividad" es buena, se nos olvida que el ser humano no es sólo una máquina de hacer dinero o productos, sino que es un ser compuesto de muchas otras cosas, y que para tener una vida plena necesita espacio para ser. Nos alienamos en este contexto, nos convertimos en una pieza más de la cadena productiva (ojo, no sólo trabajar, también estudiar, que se convierte también a la larga en una herramienta para la cadena productiva, a no ser que estudiemos algo que nos genere placer sólo por el gusto de aprender, cito mis cursos locos de filosofía china o de tarot y poesía, por ejemplo).
No me confundo con esto. Amo mi trabajo, lo disfruto a concho, cada minuto de él. Pero también disfruto de mi vida, y no estoy dispuesta a transar lo que soy por lo que supuestamente "debo ser". Daré mi mejor esfuerzo, pero dentro de un marco de ciertos límites. El "seguir siendo" no tiene precio, frente a lo que supuestamente en nuestra sociedad, "debiéramos ser".

miércoles, 10 de junio de 2015

Obligada a detenerse


Hay veces en que uno desoye a su cuerpo y a sus emociones. Veces en que no te detienes a pensar o a sentir lo que está pasando porque la vorágine te come.
Entonces, viene el cuerpo y se descarga. Te enfermas de algo que puede ser trivial y te obliga a parar. 2 o 3 días de stop obligado (en que tu cuerpo se queja de lo lindo, no puedes hacer nada porque te duele todo o te sientes mal) y no te queda otra que decantar todo.
En eso estoy en estos 3 días de reposo obligado con una gripe del terror. Tratando de decantar lo que en estas últimas semanas he vivido, 3 semanas intensas tanto académica como emocionalmente, y en que ya era hora de decir basta. A la mala.

martes, 9 de junio de 2015

¿Enseñando violencia?


El otro día me bajé del ascensor en el subterráneo de mi edificio. Me sorprendí bastante al ver una luz blanca puntiforme, y cuando me di vuelta a ver de dónde provenía, me encontré con un padre y su hijo, que no tendría más de 4 años. Ambos venían con pistolas de juguete en la mano, y el padre mostró a su hijo el gesto de dispararme, y lo instó a que lo hiciera él también. Sonreían felices ambos. Quedé petrificada y fui incapaz de decir palabra. Me dirigí a mi auto y recién ahí pude pensar con claridad. En último término, podría entenderlo hasta en un juego de video, en que los seres que matas son virtuales, y en un gran porcentaje no se ven nítidamente humanos. Pero enseñarle a tu hijo a emboscar a una persona real, dispararle y enseñarle que es divertido, me pareció al menos preocupante. ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos? ¿Qué queremos ensemar a la generación que viene? ¿O le estoy poniendo mucho? ¿Qué opinan?

lunes, 8 de junio de 2015

Formas de amar


Varias veces a lo largo de distintos relatos de distintas parejas me he encontrado con que cada uno de los miembros de esta pareja tiene ciertas quejas o reparos que hacer del otro. Bueno, nadie es perfecto. Pero en ciertas ocasiones me he topado con algo que es bastante llamativo: a veces cada uno ama profundamente al otro, pero lo que sucede es que tienen distintas formas de amar. Es decir, demuestran su amor al otro de maneras que el otro no interpreta como un gesto de amor.
Estos desencuentros radican en 3 cosas: la forma en que aprendimos a amar según lo que vimos en nuestras casas o la idea que tenemos del amor, las expectativas que tenemos del otro y la falta de comunicación efectiva, la dificultad de preguntar por un lado y explicitar por el otro tanto nuestras intenciones al hacer un gesto como la de decirle al otro que amamos nuestra necesidad, y cómo creemos que esta necesidad puede ser satisfecha. 
Entonces, en este escenario, ocurren ciertas situaciones que sin intención alguna desde los miembros de la pareja produce desencuentros y malos entendidos. Un dolor que cada uno no comprende de dónde viene, no lo desea y menos quiso provocarlo.
La clave cuando estas situaciones ocurren creo que está en trascender  ese dolor y directamente preguntar al otro qué es lo que ocurre, o preguntarse a uno mismo qué me está pasando con esto, qué estoy interpretando de este gesto. Las respuestas de ambos lados pueden ser sorprendentes.
Y bueno, por otro lado se puede tener un poco de suerte, o buscar activamente alguien que ame de la forma que uno necesita o quiere. Una de las sensaciones más plenas que puede existir. Es una fortuna infinita, pero lo bueno es saber que puede construirse. Hay que tener cuidado eso sí con ser transparente en la propia forma de amar, por un lado, y de no idealizar a la pareja, por el otro. Larga tarea, pero sin duda una tarea maravillosa.

miércoles, 3 de junio de 2015

Vida en stand by


No es la primera vez que escribo de esto. Sin embargo, esta es la vez tras uno de los sueños más importantes que tengo desde el punto de vista académico y laboral: terminar mi especialidad.
La vida en stand by. Esperando que este periodo que tantas satisfacciones me entrega en lo laboral termine pronto, para dar espacio a mi vida real, al resto de ella (pues no es en absoluto la única vida que llevo).
A veces pasa que no hay tiempo para hacer todo lo que yo quisiera. Para tomar otras actividades que me interesan, que forman parte de las múltiples cosas que me hacen más ser humano. Menos tiempo para escrinir, para aprender, para hacer vida social. O por último, para sentarme a ver televisión y no pensar. Para procesar las cosas que me pasan. Para parar.
Hago lo que humanamente puedo, dentro del poco tiempo que me queda para vivir. Siento que sencillamente tengo que priorizar, que queda la vida por delante para seguir aprendiendo los detalles que por ahora se me escapan. Porque aunque no lo crean, en mi campo siempre se aprende más una vez que uno se las bate sola, afuera de este capullo clínico protegido.
Gracias a la vida tengo a la gente que me rodea que comprende mi situación y flexibiliza para seguir viéndome. Pero sin duda que la palabra para mí ahora es priorizar. Y priorizar sin culpa. Alguna vez te has sentido así?