viernes, 24 de agosto de 2007

Biografía de Tori Amos


Encontré por ahí una biografía en español de mi cantante favorita, que quisiera compartir con uds. Ojalá la disfruten.

Tori Amos nació en Carolina del Norte en 1963, hija de un pastor metodista y de una descendiente de Cherokees. Ambas tradiciones se fundieron en ella para dar lugar a una original simbología propia, que le ha valido no pocas críticas y no pocas burlas; Amos parece inmune a esos ataques, dispuesta a exponer sin ambages su particular visión de las cosas. Un detalle que los detractores no parecen querer admitir: la dama posee una inteligencia feroz, un enorme talento musical y un sentido del humor encantador. Amos toca el piano desde los dos años y medio. Entre los cinco y los once fue entrenada, gracias a una beca, en el prestigioso Conservatorio Peabody en Baltimore (del que, por otra parte, fue expulsada amablemente -léase: no se le renovó la beca- debido a su marcada insubordinación musical, su amor por el rock y su libertad creativa); y creció con la música de Fats Waller, Nat King Cole, John Lennon y Jimi Hendrix. En uno de sus tantos sencillos incluyó su versión de "If Six Were Nine", de Hendrix, en la que toca el piano a través de un amplificador Marshall. También tocó la bella "A Case of You", y "Strange Fruit", cuya intérprete más célebre fue Billie Holiday. Amos explica por qué Amos explica por qué se atrevió a recrear esas canciones: "Para mostrar que todo es posible, y permisible, para mí, como cantautora. Son mis raíces. Joni fue parte de mi vida desde el momento en que la oí. [...] Lo que Jimi Hendrix representó para mí era "sé todo lo que sos". Yo había idolatrado a Jesús y después fue Hendrix. No existe diferencia en términos de la fuerza del sentimiento. Y "Strange Fruit" está ahí porque eso es el Sur, donde nací y me crié y aquí experimenté esa clase de racismo directamente. Como mujer blanca en el Sur yo experimenté muchas formas de odio racial, muy profundamente, y mi abuelo también, debido a su ascendencia Cherokee. Entiendo muy bien la energía de esas tensiones raciales". Amos conoce a fondo la nociva ambigüedad sureña: su encanto y su perversión surcan de manera inquietante toda su música. "Las cosas huelen tan deliciosas en el horno," explica, "los perezosos días estivales y los grillos y las madreselvas y las magnolias, los rododendros. No querés ver cuán crueles las personas están siendo unas con otras. Es mucho más duro porque están como en una pintura impresionista, así que todo está como silenciado, aunque se encuentra escandalosamente roto. Se parece mucho a las relaciones. Todo da la sensación de ser muy hermoso y luego podemos hacernos cosas los unos a los otros que están muy lejos de ser bellas." A su temprano retiro de la música clásica le siguieron años de interpretación de standards de Gershwin en un piano bar gay de Washington D.C.. En los '80, dejó el opresivo entorno familiar (que la enfrentó definitivamente al patriarcado cristiano y a una de sus obras más traumáticas: la supresión del sexo en la mujer), se mudó a Los Angeles, abandonó el piano y formó una banda de metal, Y Kant Tori Read (una deformación de "Why can't Tori read?", es decir, ¿Por qué Tori no sabe leer?), el único verdadero fiasco de la carrera de Amos. El grupo lanzó un disco lamentable a través de Atlantic Records. "El punto más bajo de mi carrera", admite Tori. "De niña prodigio a broma musical, en veinte años. ¿Cómo se concilian ambas cosas?".
Herida por las críticas, decidió volver al piano a escribir las canciones que se convertirían en su primer disco solista, Little Earthquakes (que sería editado finalmente en 1992). En Atlantic todos estaban tan confundidos con el súbito cambio de dirección que decidieron enviarle el material a su distribuidora en el Reino Unido, Eastwest Records. En un departamento de Londres, Amos tocó sus canciones frente a Max Hole, ejecutivo de la compañía, y un devoto fan de Kate Bush, que la contrató inmediatamente. A los 27, finalmente Amos parecía haber encontrado su identidad musical, o al menos una pista firme. El debut, coproducido por Amos junto a Eric Rosse, es un interesante disco confesional con bellas melodías, uno de cuyos temas más conocidos es "Me and a gun", donde Amos narra las circunstancias de un secuestro y violación que sufrió a los 22 años. La traumática experiencia tuvo como resultado su participación en el proyecto RAINN, de ayuda a las víctimas de violaciones, abuso e incesto.
Cuando en 1993 un tal Kurt Cobain editó el tema "Rape me" (Violame), la reacción de grupos similares a RAINN fue de inmediato rechazo, incluso a aceptar las regalías de la canción. La reacción de Amos fue más inteligente: "Hablé públicamente sobre el tema porque pensé que era muy claro de qué se trataba. [...] Es una canción desafiante. Pero lo más atemorizante para una víctima de violación es la expresión 'Violame'. Cuando la oí por primera vez rompí en un sudor frío, pero cuando superás eso te das cuenta de que lo que él está haciendo es enfrentar a la gente con el tema." El notable éxito del debut le aseguró la libertad creativa: de ahora en adelante, nadie se atrevería a contradecirla. Porque, como escribió un cronista, "Debajo de su imagen de chica que está en la Luna, se esconde una guerrera galáctica." Tori Amos sabe lo que quiere, y va a por ello. Y no sólo eso: todo lo que hace tiene mucho éxito. Su numeroso público se compone de desheredados, inadaptados varios, adolescentes necesitados, y nerds, por los que Tori tiene un gran cariño. "Era bastante nerd en el secundario", recuerda. "Nunca me integré, pero me tenían un poco de respeto porque tocaba en bares. Y me llevaba muy bien con las minorías. Nunca me cayeron bien los soberbios. Tengo mucho tiempo para dedicarles a todos los nerds del mundo, los que no se ratean. Me juntaba con los fanáticos de la ciencia... Saben cómo volar cosas en pedazos! No hay nada más cool que eso." Mucho se ha dicho y escrito sobre los temas tabú (masturbación, violación...) que Amos trata en sus canciones y sobre la peculiar forma en que lo hace (entre la devastadora, escandalosa, claridad y una oblicuidad indescifrable); tanto parecen perturbar sus narraciones que a menudo los analistas se detienen en las palabras y olvidan escuchar la música. Pero si debe dar su opinión sobre la poco pudorosa exposición del dolor por parte de los músicos de su generación, un regodeo sin fin en la desdicha del que ha sido declarada culpable más de una vez, Amos dirá: "Nuestra generación ama su dolor, promoverlo y venderlo. He sido parte de eso, me guste o no. [...] Pero yo no estoy diciendo que estamos todos arruinados, que soy una víctima. Mi mensaje es: sé tu propio maestro, podés tomar el control. Quiero decir, no importa cuánto dolor personal sienta un artista, por Dios, esto no es Ruanda. Yo creo honestamente que para muchos de los chicos que cantan sobre el dolor, es una elección. Se quedan pegados a eso, y se vuelven poderosos como reyes del dolor. [...] Hay ciertos artistas que dependen del hecho de que su público no se respete a sí mismo y se sienta impotente. Obviamente no estoy hablando de gente como Kurt Cobain, que estaba genuinamente enfermo, un maníaco depresivo. No estoy calificada para hablar de lo que le pasó. Estoy hablando del culto al estar hecho mierda, la forma en que el dolor se ha convertido en algo popular en el rock". Para la grabación de su segundo disco, Under the Pink, de 1994, Amos alquiló una hacienda de 150 años en Nuevo México, en la que trabajó nuevamente junto al productor Eric Rosse y sesionistas como Steve Caton, George Porter Jr., Carlo Nuccio y Paulinho Da Costa. El resultado de esas agitadas sesiones (en las que participó como invitado el músico Trent Reznor) es un disco más complejo tanto musicalmente como en la variedad de sentimientos e ideas que despliega en sus doce intensos temas. "Pretty Good Year", "Waitress" y "Bells for Her" son excelentes muestras de lo que la pelirroja pianista es capaz de lograr. "Bells...", por ejemplo, fue grabada y compuesta al mismo tiempo, y Amos tuvo que copiar la letra al terminar para saber de qué había estado hablando. El resultado es único. Como puede escucharse en Under the Pink, Amos se enfrentó sin problemas a la dura tarea de darle una continuación a un debut exitoso: "[La gente me preguntaba] '¿Qué vas a hacer después de Little Earthquakes?' Bueno, voy a hacer lo que hice antes de Little Earthquakes, que es lo que he hecho desde que tenía dos años y medio: escribir canciones. Ahora, a veces me pongo pantalones imitación serpiente y spray para el pelo, como con Y Kant Tori Read. Paso por diferentes fases en las que no estoy deseosa de enfrentar las cosas o en las que sí lo estoy. Pero no hay un fin para el proceso creativo. Lo que no sucede en nuestra industria: hay un punto alto, después está el final, en lugar de eso, yo estaré todavía escribiendo en mi living si estoy sola o si viene alguien. Aún voy a estar haciéndolo." Esa relación simbiótica y obsesiva con la música es la responsable de la inusual intensidad que puede hallarse en cualquiera de los discos solistas de Amos, y en Under the Pink en particular la fértil relación está en todo su hechizante esplendor. En 1996, Amos se fue a grabar a Irlanda, país con una abundante y bella mitología que le va como anillo al dedo a la cantante. Más tarde, las canciones fueron mezcladas en un castillo en las afueras de Surrey, Inglaterra. El trabajo fue bautizado como Boys for Pele, en honor a la diosa hawaiana de la destrucción y de la creación a quien le son sacrificados hombres jóvenes arrojándolos a su volcán. Las 14 canciones principales del disco simbolizan las 14 partes del cuerpo del dios egipcio Osiris, recolectadas, en el mito, por la diosa Isis. ¿Demasiada mitología? En una entrevista que otorgó durante la mezcla del disco, Tori declaró: "Pienso que no vale la pena conocer a la gente que es incapaz de creer en las hadas. Neil Gaiman [creador del comic Sandman], cree que las hadas son más que cool. Han trascendido eso. Yo creo que las realidades alternas te convierten en un buen escritor. [...] La gente habla sobre 'esa basura de los unicornios' sin darse cuenta de que esa 'basura de los unicornios' era un código secreto por el que millones de personas murieron. Las mafias podrían aprender algunas cosas. Si no obedecías la línea católica en esa época, entonces eras un hereje. Yo estoy intentando reconstruir algunas de esas falsedades." Gran parte de Boys For Pele surgió de lo que Amos considera "una de las mentiras más grandes que se han creado, la mentira sobre el novio sagrado y la novia sagrada." Originalmente Jesús era el novio sagrado, pero la novia -o la diosa- y su culto fueron borrados por el Cristianismo -convirtiendo a María Magdalena en una prostituta en lugar de una sacerdotisa y quitándole su sexualidad a la Virgen. Amos sostiene que "no hay una novia sagrada en nuestra cultura" y que su vida hubiese sido distinta, que se hubiese sentido menos oprimida por la vergüenza generada por su pasión y su sensualidad, de haber sido criada con el mito sagrado intacto. "Si la novia hubiese sido reconocida," argumenta, "habría existido honor en lo femenino. No existiría el patriarcado como lo conocemos, ni el matriarcado. Habría habido un equilibrio... Incluso si no leés sobre historia ni te interesa nada de lo que sucedió antes de los '60, hay razones por las que pensamos como lo hacemos. Hay razones por las cuales la gente enloquece en este momento. Una cultura que desconoce su mitología es impotente. Algunos chicos aparecen en mis conciertos queriendo salirse de su piel. Le cederían su poder a cualquier cosa; eso es porque desconocen las herramientas para entrar: los mitos." En Boys For Pele, Amos exploró los confines de los mitos tanto como los de su propia música. En ese disco incorporó el sonido del clavicordio y en algunos temas trabajó con una banda (con los músicos Steve Caton, Manu Katche y George Porter Jr.) -con resultados muy superiores a los obtenidos con Y Kant Tori Read. "Realmente me estaba aburriendo un poco con el piano," confiesa. "Composicionalmente necesitaba un nuevo sabor, otras especias. [...] Toco el clavicordio más como un instrumento percusivo. Un clavicordio thrash." En este álbum se aprecia aún más que en Under the Pink la búsqueda sonora de Amos, su pasión por los sonidos (ella misma se considera una cazadora de sonidos), y su increíble musicalidad: "La música es una parte tan profunda de mí que creo que está en mis células," asegura. "Si perdiera mis manos y perdiera mi voz y estuviese sentada por ahí aún pensaría en términos de tono y ritmo porque es así como pienso, cada minuto." Pero no todos aceptaron de buena gana las exigencias del disco. Un crítico norteamericano explica por qué: "Producido por la propia Amos y grabado como coletazo de su separación de Eric Rosse es, sin duda, su álbum menos accesible. Para ella puede haber sido como 'cruzar la laguna Estigia y llegar a mi psiquis', o como 'el descenso de Innina (de la leyenda sumeria) al mundo subterráneo', pero muchos oyentes no creyentes apenas escucharon en el álbum sofistería e incontinencia emocional. Los dedos hipercultos de Amos parecen pellizcos medievales cuando en el clavicordio le arrancan siete matices a Sheherezade, mientras la cantante da rienda suelta a los lamentos de su alma en pena. Esa unión impía de rock progresivo y literatura de autoayuda comprobó que la era femme del rock es capaz de competir, en términos de exceso puro, con el rock machito de otra época." Comentario este último no del todo justo, pero que cualquiera que haya intentado en vano adentrarse en las profundidades de Boys for Pele puede llegar a comprender. Lo cierto es que no se parece en lo más mínimo a un disco pop regular, y el oyente necesita acercarse a él de otra manera si pretende abarcarlo. Un ejercicio que no viene mal en estos días y que recompensa educadamente a los pacientes. From the Choirgirl Hotel fue grabado en 1998 en "las laderas pintorescas de la vieja Inglaterra", más precisamente en el condado de Cornualles, uno de los más míticos de la isla. Junto a un brillante grupo de músicos, entre ellos Matt Chamberlain, Justin Meldal-Johnsen y el fiel Steve Caton, Amos le dio vida a sus nuevas y arduas creaciones, en un formato más cercano al rock. Tori asegura que fue el propio piano el que le exigió nuevos horizontes texturales: "El piano me corrió a un costado y me dijo: 'Me tenés harto'," explica. "Así que empecé: 'Se necesitan dadores...'". From the Choirgirl Hotel da un paso más adelante en su concepto de "geometría sonora" y ofrece algunas de las canciones más bellas de su autora ("Cruel", "Black-Dove", "Playboy Mommy" o "Spark"). "Donde el álbum es infaliblemente bueno," escribió para "Rolling Stone James Hunter, "es en su capacidad para capturar la geografía exacta de la imaginación de una mujer. En briosas interpolaciones rítmicas, una canción llamada 'Iieee' funde diferentes metros y estados de ánimo -paisajes de piano suspendidos, beats directos de rock en 4/4, basureros industriales y un soundtrack sinfónico flotante para un film que se ha estrenado sólo en la cabeza de Amos. 'Gritamos en catedrales', canta Amos, fraseando con un tironeo gravitacional temible. '¿Por qué no puede eso ser hermoso?' ¿Qué diablos es el rock'n'roll en estos días, de cualquier manera? ¿Guitarras fuertes? ¿Samples? ¿Beats electrónicos? ¿Zapatos con plataforma? En cualquier momento, es o todas o ninguna de esas cosas. Pero ahora, From the Choirgirl Hotel califica. Es el resultado lógico de lo que Amos ha estado haciendo toda esta década: En más de una forma, ella grita en catedrales." La imagen mediática de Amos, a menudo descrita con sorna e irrespetuosamente, se basa en sus extrañas historias y sus declaraciones, que exploran el lado fantástico de la vida, pero Tori no se arrepiente: "No me veo a mí misma como alguien extraño. Me veo como alguien honesto. Así es como soy. Siento que la verdad es infinitamente interesante. "Esta es una civilización muy funcional, que se levanta, va al baño, va al trabajo, come, vuelve a casa, tal vez lo hace una o dos veces a la semana (con mucha suerte), va al baño (si es regular), y se vuelve a acostar. Insípido, apretá expulsar."
Refiriéndose a la mala fe de quienes escriben sobre su personalidad, declaró: "Es un caso clásico de control", asegura, refiriéndose a la mala fe de quienes escriben sobre su personalidad. "En los Estados Unidos me presentan como un objeto sexual y las preguntas en las entrevistas generalmente se concentran en eso. Y en Gran Bretaña soy "rara". Cualquiera de las dos descripciones es una forma de escaparle al problema, una forma de evitar tener que afrontar lo que realmente estoy tratando en mis canciones o de lo que realmente quiero hablar en las entrevistas".
"Sé que cuesta acostumbrarse a mí... soy como las anchoas. Me di cuenta de que ni mi hermana compraría mis discos si no fuera mi hermana. Le parezco el señor Blonde, el psicópata de Perros de la calle, la película de Tarantino. Y mi hermana dice: '¿Por qué tengo que escuchar eso cuando voy camino del trabajo?' To Venus and Back, de 1999, es su último disco hasta la fecha, un álbum doble con temas grabados en vivo y otros nuevos grabados en el estudio. Si bien el trabajo es todo lo que se considera pretencioso en el mundo del rock, esto es: es un disco en vivo, es un disco doble, y es un disco de Tori Amos, la música se impone porque quien la creó tiene lo que hace falta tener para crear una obra perdurable: creatividad, visión e inteligencia en cantidades nada desdeñables. En 1999, el periodista Steven Daly escribió: "Juzgar la música de Tori Amos con los parámetros comunes es no tener la menor idea de qué se trata. Para los fans, que celebran la libertad con que la artista sigue a su musa por todo el mapa, un análisis pedestre jamás alcanzaría a rebajarla. En las páginas en Internet y en las revistas de admiradores todos se desviven por interpretar cada uno de sus versos, cada matiz de su obra; los cambios barrocos de tempo, las modulaciones de la voz y las metáforas retorcidas no hacen más que aumentar la intriga. Si bien es cierto que el trabajo de Amos atrae a los sedientos de confesiones públicas, hoy tan abundantes, su encanto implica una dimensión mucho mayor: Amos pertenece a una cultura que habitualmente es rechazada por aquellos que han sido idiotizados por las modas impuestas por los medios." Es evidente que Tori Amos es un personaje extraño dentro del mundo del "rock", un hueso duro de roer para los periodistas y sus pares, si es que los tiene. Desafiando las clasificaciones, se expresa con una libertad envidiable, inmune a los ataques que pretenden reducirla a una tonta chica New Age, amiga de las hadas, que, por eso mismo, no puede ser tomada en serio. Su erudición en el terreno religioso, su profundo conocimiento de los mitos y su capacidad para analizarlos y desnudarlos con inteligencia, su sentido del humor y sobre todo su inagotable talento musical, son una piedra en el camino para los amantes de las descalificaciones insultantes. Afortunadamente, los que no son esclavos de la tan seductora como tiránica ironía están más que dispuestos a echarle un vistazo a su particular y rico universo.