Hacerse cargo implica demasiadas cosas. Implica muchas habilidades (o voluntades) que es preciso desarrollar para lograr ese cambio. Parece receta de cocina, pero la idea no es eso. Es sencillamente mostrar un proceso complejo que estoy intentando llevar a cabo en mí. Así que acepto sugerencias varias al respecto...
Pero antes de empezar el análisis, ¿qué significa hacerse cargo? Básicamente, hacerse cargo significa asumir. Asumir los errores propios (sin traslapar ni cargar con los ajenos), las actitudes, los defectos. En su estado más básico, darse cuenta de lo que está ocurriendo de manera profunda, tratando con la mayor de las voluntades de comprender qué me ha llevado a eso. Y posteriormente, tan importante como lo anterior, es querer corregir todas esas características de las que debemos hacernos cargo.
Hacerse cargo es, por lo tanto, un procedimiento complejo; generalmente toma mucho tiempo hacerlo, y de hecho, algunos sencillamente no lo logran.
Hacerse cargo implica, como dije al principio de este texto, muchas capacidades y habilidades. Para comenzar, requiere voluntad. Sin ella es imposible llevar a cabo todos los otros pasos.
Luego, requiere honestidad. La capacidad de poder contemplar la propia realidad en toda su crudeza, sin arrugar la frente ni aplicarle filtros. Ver en completa desnudez todo lo que muchas veces no queremos ver. Esto es generalmente un desastre para el ego, pero dará excelentes dividendos si somos lo suficientemente objetivos.
Posteriormente, sigue la humildad. Para reconocer las propias faltas y fundirse en ellas, intentando conocerlas a fondo.
Luego de tamaño golpe al ego, se requiere de una enorme fortaleza para reconstruir los pedazos de la maltrecha autoestima, que a este punto del proceso ha sido bastante herida, pero la idea es que estos trozos serán moldeados y redistribuidos para generar una autoestima más fuerte, más sólida, con mejores bases.
Se requiere entonces tener firmeza para mantener la ruta trazada inicialmente sin desviarse del camino, aunque por el dolor nos cueste.
Una vez que el timón tiene su rumbo delimitado y firme, se necesita constancia. Los cambios que debemos generar no son fáciles y requieren de un esfuerzo diario para mantenerlos.
A cada logro obtenido, se debe hacer una pequeña revisión a los objetivos e incorporar una hoja de ruta personal. A veces un logro en una área afecta los objetivos de otra, haciéndolos, en general, más alcanzables. Por lo tanto durante la marcha se han de hacer pequeños ajustes, sin olvidar la dirección trazada inicialmente.
Todo esto es difícil de conseguir hasta que se vuelve un hábito. Ahí se empiezan a comprender más fácil y rápidamente las aristas de cada engranaje que nos llevó a determinados puntos, y cada vez el proceso es más rápido, con un poco de práctica. Pero en esta fase, lo importante es no dejar de cuestionarse, no dejar de sorprenderse. Es la única forma de mantener en forma constante el crecimiento.
Y bueno, esta es una visión en extremo personal de esto. La escribo para no olvidarla, pero me vendría bastante bien algunos ajustes que mentes más despiertas pudieran hacerme!!! Abierta a sugerencias y reclamos!!!! Qué opinan???